jueves, 30 de enero de 2014

Un prehistórico diferente


Había una  vez en la prehistoria un prehistórico que tenía algo que le diferenciaba de los demás y era que tenía una mancha blanca en la cabeza.  Los otros prehistóricos  no se acercaban tanto a él porque le tenían miedo  Un buen día el prehistórico  diferente  inventó algo con lo que cortar y afilar. Y así  empezó su largo viaje, que hasta ahora nadie sabia como iba a acabar.
Partió por la mañana cuando toda la tribu estaba  dormida y salió con sus dos inventos: La piedra cortadora y la lanza. Cuando ya estaba lejos decidió comer algo pero estaba en un árbol pero no alcanzaba a cogerla del árbol. El chico decidió subir las manos y los pies ¿que había hecho? se preguntó,  se había  puesto sobre dos patas y así llegaba a comerse el  fruto y aprendió a moverse (sobre dos pata)  cuando se movía sobre   ellas vio algo a lo lejos,  tenía colmillos y era  grande,  ¡espera! si la piedra corta y la lanza pincha podría cazar al animal, cuando le cazo se lo comió y se metió en una cueva con las manos llenas de sangre.

Toco la pared y vio que se había quedado la marca, se miro la mano y pinto algo parecido a un mamut. Y tubo una idea, cada vez que cazara algo lo dibujaría y así sabría lo que había cazado. Al cabo de un tiempo, tenía toda la pared llena y se fue de ahí.


 Cuando se hizo de noche vio un bulto de plantas, las cortó, puso la lanza para fabricar algo con lo que sujetar las hojas y cuando se dio cuenta había fabricado muchas piedras cortadoras y muchas lanzas. Y se fabrico una choza, también cuando se hizo de día salió a seguir descubriendo cosas, chocó dos piedras y salió algo caliente y brillante, puso la carne encima para que se calentara y después la probo. Se la comió de un bocado, dejó la cosa caliente y brillante encendida y se fue a la choza. Al día siguiente se fue a  buscar a su tribu y les enseñó todo lo que había aprendido. A partir de ahí los otros prehistóricos se dieron cuenta de que no era peligroso, era un amigo, y todos los prehistóricos querían estar  con el y preguntarle como lo había hecho, hasta se peleaban por quien se lo preguntaba primero, y ese prehistórico se transformo en un prehistórico famoso.

Firmado:
Hugo García de la Maya

  

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